* 6 de Dic de 2009, a las 23:47
Silencio, y de fondo los quejidos del bloqueo, chasquidos amargos; que se suman a la fiesta de dolor de esta noche áspera e insípida. Los cantos de los grillos no quieren ser oídos o ellos no quieren cantar. Es lo que tienen las noches tristes, que su sórdida amargura lo envuelve todo. Ahora todo huele a soledad aún más si cabe… y a carbón quemado, envuelto en un estiércol que nada envidia al mismísimo infierno en el que las ortigas no me pinchan, me destrozan los sentidos más aviesos. Ahora, repito; todo es esa amable podredumbre y esos malditos sentidos que lo perciben a metros. Quiero que los jazmines y los crisantemos me quieran. Las rosas ya me amaron y solo me hicieron daño. Un daño, dos daños, tres daños,… ¿Qué más da?
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