jueves, 15 de diciembre de 2011

Vacíos en el estómago y corazón.


Levitábamos, la felicidad nos hacía el amor, devorábamos el mundo.

Me encantaba reír, estaba agobiada, pero no necesitaba nada más. Tan cerca de todo, y a la vez ya tan lejos… tan lejos de tu olor, de tu perfume, del simple anhelo de tu piel.

Nunca creí que la instantánea daría tantas vueltas hasta llegar a verla blanca y negra… blanco y negro, cuanto se podría sacar de ahí. De tu espalda, que es el encaje de mi locura infinita.

Cuanto amor, y cuanto cuento de hadas, cuentos que no son nada si no estás.

Es como poseer una angustia y no poderla expulsar, es como querer haber estado ahí, pero solo cuando tú estabas, como si ese suelo perdiera su belleza cuando no se posa tu rastro sobre él.

Al estar tú, los árboles son más verdes, las casas más antiguas y las cafeterías más bonitas. Al estar tus ojos, las cosas se ven de otro color, y las flores lucen más bonitas y la hierba es más fresca solo para ti, sólo porque amabas.

Las luces de navidad, mis ojos, brillan más, viven más si sólo estás tú, tú y tú coloreas ese universo perfecto dentro de mi cabeza, todo también lo extraño si te vas.