Si te quiero, que no te quiero, adoraría cada uno de tus pasos y tus quejidos.
Si te quiero, que no te quiero, bendeciría con mis palabras cada uno de tus logros, alzando tus victorias como si fuesen mías.
Sólo podría alzar los brazos en el sonido y el crujido que forma el cruce de nuestras miradas, estaría ebria de amor, ebria de olvido.
Hoy sólo es... un día en el que estoy ebria de asco. Sí, de asco.